Por Matías Payer ( Guionista, cineasta de Faro Films)
Shanzhai, es la palabra con la que bautizaron los chinos a la práctica de copiar y producir artículos falsificados. En su cultura es la manera de homenajear el genio de los grandes maestros.
Pregunto:
¿Qué pasa cuando falsificamos el amor? ¿Qué consecuencias trae en el mundo tener un amor “made in china” y predicarlo como verdadero?
¿Que pasa si estamos falsificando la esencia del gran maestro de los maestros, Dios?
-Les doy un mandamiento nuevo: Ámense unos a otros; como yo los he amado..- (Jn, 13:34)
Y usando las palabras de Jesús expresadas en el evangelio, el mundo progresista y moderno justificó todo, manifestándolo en la new age, la ideología de género, etc.
- El aborto: ama tu cuerpo, ama tu decisión.
- El divorcio: ama tu visión de la relación, ama tu decisión.
- La eutanasia: ama tu futuro, tu tranquilidad, ama tu decisión.
- La homosexualidad: ama tus pasiones, tu sexualidad desordenada, ama tu decisión.
Lo que tu corazón te dicte, aunque destruyas todo a tu alrededor: esta bien.
La decisión que tomes en base a tu egoísmo, esta bien. Es sano. Eso es autoamor, amor propio, quererse, cuidarse, valorarse, etc.
Y claro que esta bien, mientras nos sigamos quedando con la parte fácil y justificadora “Ámense unos a otros” y la sigamos repitiendo como loros de feria, hecha por quienes se dieron cuenta, que hacer una falsificación de la palabra de Dios y venderla como oficial, es redituable a sus intereses.
Eso significa que el mandato de Jesús tiene una segunda parte, la que lo hace verdadero, oficial, como el sello de la marca que más te guste, que lo distingue y santifica a quién lo práctica:
-Como yo los he amado-
¿Cómo nos amó Jesús? ¿Cómo te ama Jesús?
A raíz de INOCENTE, una obra de teatro sobre el drama del aborto, que escribí y dirigí en el año 2015, el Padre Pedro (que en paz descanse) al finalizar una de las funciones a la que asistió y recordando las palabras de San Agustín: la verdad cuando es dulce, perdona; cuando es amarga, cura.
Tuvimos una charla interesante sobre Dios, Amor y Verdad como parte de un todo.
Comprendí que, si cambiábamos la palabra verdad por amor o por Dios, funcionaba de la misma manera. Con lo cual, podríamos afirmar que el AMOR cuando es dulce, perdona, comprende, es empático.
Y es, con esta dulzura, melosa y pegajosa que el progresismo avanza, convenciéndonos con frases cómo “Cada cual es libre de hacer lo que quiera mientras no dañe al resto” “Hagamos el amor y no la guerra”, mientras olvida, a propósito, que no hay amor sin la amarga cura, que propone San Agustín.
Así nos ama Jesús, y así nos manda que amemos: con la ternura necesaria de la comprensión, el azúcar del mate compartido, el gozo de las relaciones; unidos a la angustia de lo impredecible, la tribulación de la noche oscura, el amargo sabor de las acciones del otro que nos incomodan y la resiliencia ante los hechos que no podemos controlar.
¡Contagiar un amor verdadero, de la fuente de su creador, es encontrar otro significado!
El aborto: ama el cuerpo, la vida de un inocente, sobre tu propio cuerpo y tu propia vida.
El divorcio: observa la relación con y desde la mirada de tu esposo/a. El matrimonio nunca fue para vos, y tu felicidad, es para el otro.
La eutanasia: Se empático con la persona mayor. Aceptar que un día vos, estarás en su lugar.
La homosexualidad: acepta la incomodidad de tu condición, depositala como una ofrenda en el altar misericordioso de Dios y pronto El hará que te sientas cómodo con esa incomodidad.
Porque si seguimos lejos del AMOR, VERDAD, DIOS, cada vez nos alejamos más de nuestra esencia, de su imagen impresa en aquello que nos hace humanos: LA FE, LA PATRIA, LA FAMILIA.
Y cometemos atrocidades como matar niños inocentes en el vientre materno.
Y si “decidimos” que nazcan los pervertimos con el arte, la cultura de la “comprensión”, “de la igualdad” del “no pasa nada” que predican las grandes compañías de entretenimiento.
Y después es cómodo echarle la culpa a la política nacional e internacional, crear monstruos y tergiversar la información, en favor de un pequeño grupo de “pacifistas” que ensanchan sus arcas a costa de nuestra conciencia idiotizada por la sobredosis de azúcar amorosa.
Encima, como caraduras y sensibles millenials, nos solidarizamos tarde…
¿En serio ahora tenemos el tupé, de preocuparnos por la guerra?
Cuando la guerra es uno de los tantos resultados, de años reemplazando el amor verdadero, por un amor “made in china”, y como toda falsificación, termina no sirviendo para nada.
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