Aborto, una moda que no encaja ni con el sentir de los argentinos, ni con lo que nuestros jóvenes necesitan.
Por Fernando P. Secin (Médico, referente provida)
¿Qué estabas haciendo en el mismo momento en el que te enteraste de la reversión del fallo Roe vs Wade por parte de la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos?
Yo estaba en el consultorio. Eran aproximadamente las 10 de la mañana. Me acuerdo que tuve que salir del mismo, me encerré en una habitación vacía y me puse a llorar de la emoción. Sin embargo, pasada la euforia inicial, inmediatamente me di cuenta que teníamos mucho trabajo por delante en este andar que representa la defensa de la vida y la familia.
Si bien el cambio de jurisprudencia del aborto en los Estados Unidos representó una certera estocada en el medio de la frente de un “toro endemoniado”, el animal sigue vivo y con las mayores intenciones de hacer más daño que nunca.
Éste es un mensaje que fue repetido permanentemente en las diversas marchas por la vida que recientemente tuvieron lugar en ese país. Se ganó una batalla muy importante pero la guerra continúa. Son batallas que debemos ir luchando el resto de nuestra vida. El demonio no descansa, y nosotros tampoco.
Está muy claro que cuando los principales países del mundo están partiendo, nosotros recién estamos llegando. Países con muchas décadas de aborto como Francia, Rusia y China han tomado conciencia de descalabro que esto ha significado para sus países. Y empezaron a ofrecer incentivos económicos para que las familias aumentan el número de hijos. España, lamentablemente, se ha transformado en un país con deflación demográfica en el que mueren más de lo que nacen. Esto ha llevado a la necesidad de aumentar la edad jubilatoria como para que aumente la población económicamente activa cuyos aportes impositivos puedan sostener la creciente población pasiva.
Lo mismo se ha visto en Francia, Italia y otros países de Europa. Próximamente, también lo veremos en nuestra querida Argentina, la cual vienen siendo azotada y saqueada por una casta política pérfida, de valores fluidos, apátrida y genuflexa a los intereses buitres internacionales.
La evidencia más clara de esto tuvo lugar, primero, cuando el ex presidente Mauricio Macri mandó a debatir durante tres meses en el Congreso Nacional el derecho a abortar en la Argentina en 2018. Cabe destacar que ese pseudo debate comenzó con un valor del dólar a $20 y terminó con el dólar a $40.
Luego de ser rechazado por octava vez un proyecto de aborto en la Argentina, el mismo gobierno se encargó de firmar un convenio entre gallos y medianoche con la abortista Fundación Huésped, de la mano de el ex Ministro de Educación Alejandro Finocchiaro, para instaurar el hostigamiento de género en todas las escuelas de nuestro país. Esto fue acompañado de muchas otras medidas tendientes a cumplir con las exigencias del establishment internacional, como ser la implementación de los llamados protocolos de aborto, modificaciones al Código Penal, entre otras medidas, todas ellas violando la Constitución Nacional, los pactos internacionales y las autonomías provinciales.
Más recientemente, el Presidente Alberto Fernández decidió convertir en ley el descarte de seres humanos en 2020, intentando instaurar en Argentina un negocio millonario capaz de ayudar a financiar su auto perpetuación en su situación de poder (tal como ocurre en otros países en los que las empresas de aborto financian campañas políticas), y a la vez, tirar una bomba estupidizante a una abreviada juventud ahogada bajo una espuma verde con el objetivo de ahumar la realidad nacional.
De más está decir, que ésta es una moda que no encaja ni con el sentir de los argentinos, ni con lo que los jóvenes necesitan. Hoy nos encontramos más empobrecidos que nunca, desesperanzados, con 100% de inflación interanual y un creciente número de jóvenes calificados que están convencidos que su única salida está en el aeropuerto de Ezeiza.
Salir de esto depende de nosotros. Si nosotros no cuidamos a nuestros hijos, nuestra familia y nuestra Fe, ni el Estado, ni el Gobierno, y mucho menos la casta política de turno lo van a hacer por nosotros. Esto incluye, aunque no se limita a, recuperar los valores de la vida y la familia, la educación fundada en valores, los valores patrios, la identidad individual y nacional. Ya no tiene más sentido tener una fe o una religión escondida abajo del colchón, dentro de una escuela o detrás de las paredes de un templo. Nos guste o no, tenemos que salir de nuestra zona de confort. Esto incluye también salir y manifestarnos unidos públicamente. ¡Si solamente el 1% de nuestra población fuésemos capaces de salir a la calle todos juntos un mismo día, qué político se atrevería a ir en contra de su reclamo!
Desde luego que si seguimos votando a los mismos políticos, seguiremos teniendo los mismos resultados. Jamás podría votar a un partido político que esté a favor del aborto. Mas aún, yo daría mi voto a aquella agrupación política que este dispuesta a vetar la plaga que se ha cobrado más de 60.000 vidas en el último año.
En Argentina se celebra el día del niño por nacer el próximo 25 de marzo, por lo que se van a realizar diversas marchas por la vida en todo el país. En la ciudad de Buenos Aires, se marchará desde Plaza Italia hacia la Facultad de Derecho a partir de las 14 horas. Ésta será una excelente oportunidad para reclamarle a nuestra casta política que la Argentina puede estar destruída, pero los argentinos seguimos en pie y estamos dispuestos a levantarla. Un país no es más rico por tener mayor cantidad de recursos naturales, sino por tener mayor calidad de valores, educación, igualdad de oportunidades, vocación de trabajo, servicio, solidaridad y cultura. No podemos tener una sociedad fuerte si debilitamos a su pilar fundamental que es la Familia. Ningún país puede pretender vivir en paz mandando a matar a sus hijos con abortos. Es por ello que el próximo 25 de marzo tenemos que inundar las calles, y las plazas de todo el país reclamando nuevamente el derecho a la vida, el derecho a nacer, ese derecho que hemos legado de los máximos héroes de nuestra Patria, desde José de San Martín, pasando por Manuel Belgrano, hasta los héroes de Malvinas.